Hola a todos:
Ya sabéis, sólo paso por aquí cuando hay algo importante que contar, y esta vez lo hay.
Tras la MiM me pareció, a mi o a mi cabeza o mi cuerpo, que ya estaba bien de apretar y que mejor nos relajábamos un poco antes de seguir. Había previsto competir en algún raid nacional y en alguna carrerita más, pero por cabeza o cuerpo o porque fallaban los compañeros (que todo hay que decirlo) sólo corrí este verano en la Carrera de la Umbría de Sierra Espuña, en la que finalicé cuarto de la general y primero de Senior (claro, los tres primeros se llevaron la absoluta, el cuarto queda primero de su categoría seguro...). Sufrí más de la cuenta, sobre todo bajando, pero competí con las Vibram Five Fingers Spyridon porque me apetecía y todo el verano he estado entrenando con ellas buscando más las buenas sensaciones que me ofrecían que el poder bajar a saco.
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Podio de Senior (foto Antonio Muñoz) |
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Detalle de las Spyridon verdes con las que hice la carrera (con mi GoPro3) |
Para septiembre ya tenía las zapatillas, ambas Spyridon, con la suela lijada por lo que no podría competir con ellas. Realmente es difícil encontrarlas (las últimas me las proporcionó David Lampón desde su página 5dedos, por haber hecho podio en la MiM) por lo que me decanté por probar las nuevas Merrell Trail Globe 2. Soy muy pijito y me gusta probarlo todo, el que me conoce lo sabe.
Septiembre ha sido un mal menos. En el verano me he ido sobrecargando gluteos e isquitibiales poco a poco y por falta de tiempo y lejanía (y más cosas...) no he ido al físio ni una vez y todo lo que tenía que competir en septiembre (CxM de El Valle en Murcia, CxM La Sagra en Granada, Raid de Crevillente y Sulayr 55) se ha quedado en una subidita en La Sagra y vuelta al coche, mucho dolor en el fisio (bueno, son chicas, ya tu sabes mi amol) y mucho riesgo en el Ultra Trail de Sierra Nevada o Sulayr.
Pero la cuestión es que esta no me la quería perder. Sierra Nevada tiene una atracción especial para mi y como este año no podía repetir la integral de los tres miles, esta competición no se tenía que escapar... y no se escapó.
Allí que nos vamos a casa del Fran a dormir un poco y levantarlos a las 4.15 para tirar hacia Abrucena, pueblo almeriense a las faldas de la cara norte de Sierra Nevada porque ellos hacían las grande, la de 95km, y salían a las seis. Ellos son Fran, su mujer Marga y la hermana de Fran, María. Ellos sí que tienes arrestos y no yo. Yo salía a las nueve de la Ragua, así que me lo tomé con tranquilidad: leí un poco, comí un poco, me acosté un poco en el coche y a las 7.25 me monté en el autobús que nos dejaba en la Ragua para salir a las 9.07 a pistón para abajo los primeros seis kilómetros.
La información de carrera era para moquearse: recomendaban GPS y brújula y en la charla de antes de la carrera nos dicen que hay flechas cada, como mucho, ¡¡¡500 metros!!!, y que si llevamos un tiempo sin ver carteles que demos la vuelta porque nos habremos equivocado de senda. Por suerte mi Suunto Ambit2 es un buen bicho y llevaba el track cargado. Si nos desviábamos un poco me daba cuenta y rectificábamos bastante rápido.
Pues ahí estamos, bajando los primeros seis kilómetros, perdiéndonos cada dos por tres pero rectificando rápido porque estábamos en un barranco estrecho, un grupito de seis. Yo iba en cuarta posición, dejando hacer porque en esto de los ultras lo mejor es ahorrar siempre y no apretar de primeras. En cuanto encontramos la primera cuesta el grupo se reduce: primero somos tres y poco más adelante, dos. La cosa pinta bien. Voy reservando, fácil, disfrutando de un precioso día de monte, por encima de la niebla que llena el valle y por debajo de las nubes que nos quitan el sol. En la Ragua la temperatura era baja pero cuando estás en marcha se quita el frío y toca disfrutar del monte.
Yo esperaba que la cara sur de Sierra Nevada no tuviera la frondosidad de la cara norte, pero nada más lejos de la realidad. Un espectáculo de bosque, con zonas por las que apenas podemos pasar agachados, zarzas que nos quieren retener a nuestro pesar y agua por todas partes. Decido que la elección ha sido buena, que toca pensar en disfrutar y que más adelante pensaremos en ganar, si es que se puede, que esto es muy largo.
Primer avituallamiento, km. 10, solo agua. Perfecto, casi no paramos. Mi compañero de viaje, Manolo, alias el Jaba, no para ni a beber agua. Seguimos sin mucha historia: arriba, abajo, todo muy variado, mucha más senda de la que esperaba, mucho disfrute, y en el km. 17 llegamos a la primera cuesta dura donde nos quedamos definitivamente solos.
Segundo avituallamiento, ¿dónde está el segundo avituallamiento? Cuando llegamos al km. 20 la furgoneta acaba de llegar y no han montado nada. Menos mal que están para al menos tomar los dorsales. Pedimos agua para Manolo, cogemos un par de plátanos y a seguir que nos pillan. Por lo visto habíamos llegado 'demasiado pronto' y nos dicen que el tercer avituallamiento probablemente lo encontráramos también sin montar. Acertaron.
Lo montaron en el 27, pero después de llegar nosotros... se suponía que teníamos una mochila con ropa para cambiarnos además de comida y bebida, pero no encontré la mía porque estaba dentro del camión. No era cuestión de perder el tiempo por lo que salimos pitando para afrontar el kilómetro vertical que nos esperaba en los siguientes kilómetros. Cuando llevábamos corrido 500 metros oímos un grito que nos dice que ha encontrado la mochila... demasiado tarde para mi.
Y a subir se ha dicho. Salvo el primer tramo, la cuesta es bastate tendida, se deja correr, pero Manolo tenía otros planes. Sobre el km.35 me dice que va mal, que lleva las piernas cansadas, que no se encuentra bien y que tire. Le animo todo lo que puedo, le digo que nos quedan dos horas y que solos nos vamos a aburrir mucho... pero ni por esas. Me pongo a correr y pienso que es hora de pensar en ganar. Me concentro en subir bien, hidratarme, no pasarme con el ritmo, concienciarme de lo que me queda, disfrutar pero sin perder de vista la competición. Veo que el paisaje cambia, parece que se hace más feo, pero en ese momento, a 2000m de altura, miro a la derecha y ¡oh, cielos!, veo el mar, el cabo de Gata, la sierra de Gador. Simplemente espectacular. Así llego al km. 42 bastante fresco de cuerpo y cabeza, paso por el control/avituallamiento y me tiro cuesta abajo para afrontar los quince kilómetros más largos de mi vida.
El principio, bien: zona técnica, amena divertida, luego llanito pero por senda entre pinares, muy bonito, hasta que llego al último control/avituallamiento. Tomo algo, dos trozos de naranja y agua, y me noto bastante tocado, pero pregunto si realmente quedan cinco kilómetros, me dicen que sí y arranco para afrontarlos. Nada más lejos de la realidad. Los casi ocho kilómetros que me quedaban se hacen eternos, con una bajada muy tenue, por carril todo el rato, entre huertos y olivos, ya en zona poblada, hasta que llego al río del pueblo. 'Por fin', pienso, 'ya queda poco'. Además salgo del río en cuesta arriba, lo que ameniza el viaje, y enfilo la carretera de más o menos 1'5kms que me lleva al pueblo. '¡Que esté arriba la meta' y mi deseo se cumple.
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Entrada en meta ganador de la Sulayr 55 |
Entro en el pueblo y nadie me espera. Los niños me saludan y yo los saludo a ellos. Veo mi coche, bendito cacharro, y sé que estoy a cien metros de la meta, me aplauden tímidamente alguno espectadores que esperan a sus familiares en la llegada. Y por fin meta. Estallo de alegría, GRITO de alegría, aunque también de desesperación: el final se ha hecho muy largo, no lo he disfrutado, y he mirado para atrás más que Fermín Cacho en la final del milqui de Barcelona'92. Pero no venía nadie.
Tengo tiempo ya de saborear mi primer puesto. Como he dicho y ya nos había pasado antes a Manolo y a mí, no me esperaban, llego 'muy pronto'. Me río: si algún día viene uno bueno esto lo baja de cinco horas y yo he hecho 5h45'. Pero bueno. Hoy he sido el mejor. Y me alegro. Me alegro mucho.
A los veinte minutos llega Manolo peleando por la segunda plaza. Le han dado caza pero aguanta como un jabato y llega segundo finalmente. También me alegro mucho. A él sí que lo esperaban y entra escoltado por un coche de la policía a todo trapo por mitad del pueblo. Me hubiese gustado...
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Manolo, Carlos (yo), el alcalde de Abrucena (un tío genial) y Alejandro (murcianico) |
Poco más que decir. Me duché con agua fría como a mí me gusta, me salté la paleodieta y comí pasta y nociva y cerveza y yo qué sé, todo lo que se me puso a tiro, y poco antes de las nueve de la noche nos dieron los trofeos.
Gracias a todos los que hacen posible que corra por el monte. Gracias, Carmela.
Nos vemos por el monte.