Me parece a mi que no nos damos cuenta de lo viejos que nos hacemos hasta que nos llevamos un palo de estos.
Hace dos años, en este mismo circuito y, eso sí, sufriendo como un perro marqué siete minutos menos que ayer, 24 de febrero, en la carrera por montaña del Portazgo. Además, quedé el quinto, no sé si segundo o tercero de mi categoría, en fin, lo normal hasta esa fecha, a lo que estaba (mal) acostumbrado.
Yo fui, al menos en Murcia, de los componentes de la segunda oleada de aficionados a las carreras por montaña. Me explico: cuando yo llegué ya había gente que practicaba este deporte desde sus inicios y en el que yo caí de rebote cuando me aparté un poco del triatlón. Fue llegar y besar el santo: cuarto en Calasparra, tercero en la Al-Mudayna (disputando con Jesús Molina y Paco López Granero), quinto en Ricote, segundo en la liga regional,.... en fin, yo no estaba acostumbrado al podium pero se le coge el gusto pronto.
Esa segunda oleada apartó o le puso la cosa difícil a la gente que llevaba ya tiempo: Charlie Arribas, Juan Pedro Gálvez, Meroño, Antonio Alcaraz y otros. Seguro que me equivoco y no incluyo algunos nombres pero me arriesgo. Entonces empezamos a estar por delante Roche, Juanlu, Javi Salar, Jesús Molina y yo mismo y siempre nos veíamos en la carrera al principio, en medio y al final.
La tercera oleada, como yo la llamo, se ha hecho esperar pero ha llegado con fuerza. Hace dos ediciones no reparé en un chaval de La Unión que quedó por detrás de mi unos cinco minutos y que no vi en toda la carrera: Fran Díaz Pozo. Pues bien, ahora es el estandarte de toda esta generación que nos está desplazando a los viejos. Alguno aguanta, como Javi Salar, pero los demás...
Después de tanta introducción, la carrera: después de tres semanas de la celebración del asalto al Buitre y con mucho volumen de monte, me presentaba con ganas de hacer algo bueno en Cieza. Pero nada más salir me doy cuenta de que no tengo gasolina, las piernas van vacías.
La primera subida la recordaba fuerte pero llevadera, corta; hace dos años la hice con Juanjo Larrotcha (que este año no corría) y la subí con un punto de margen. Este año me he dado cuenta de lo exigente que es, con bastantes puntos de trepa. Y la bajada... sólo decir que dos de los que iban delante terminaron en el ambulancia, uno con un hombro fuera y otro con una brecha en el tibial anterior derecho (me paré con él para socorrerlo hasta que llegó uno de la organización) y al que luego me dijeron que le tuvieron que dar ¡Ocho! puntos.
Luego voy cogiendo gente en la subida larga hasta que paso sobre el 12 por el pico del Portazgo, pero con muchos detrás pegados, y empezamos a bajar. Toda la primera parte la hice tirando de agua en los avituallamientos con mis geles y en el quince cometo el error de beber isotópica de la organización sin nada más. Me empieza a doler el estómago y a partir del kilómetro 20 me quedo pajarito. Unido a la falta de fuerza en las bajadas técnicas hace que pierda plazas y tiempo. Al final llego en el puesto 18 con un tiempo de 2h25'. Peor de lo que esperaba, peor que hace dos años.
Me hace plantearme qué hacer: lo comenté con Jesús Molina ¿entrenamos más para luchar o nos dejamos ya? No os tengo que decir lo que me respondió ¿verdad? Los viejos rockeros nunca mueren.
Nos vemos por el monte,
Carlos.